¿Cómo es el lenguaje que usas con tus hijos? Estas Sembrando Vida o provocando Heridas
Versiculo base:"La muerte y la vida están en
poder de la lengua, y el que la ama comerá de sus frutos." (Proverbios
18:21)
1. El Lenguaje que Debemos Evitar:
- Palabras que Dañan y Destruyen. ¡Tu también has dicho palabras negativas a tu esposo y a tus hijos! Como madres, tenemos una influencia inmensa, y nuestras palabras pueden construir o derribar. A veces, sin darnos cuenta, empleamos un lenguaje que, lejos de edificar, erosiona la autoestima y la confianza de nuestros hijos y esposos.
- La comparación destructiva: "Tu hermano sí es obediente, ¿por qué no sos como tu hermano?" Este tipo de comentarios siembran inseguridad y resentimiento. "Efesios 6:4 exhorta a los padres a no enfadar a sus hijos, sino a criarlos en disciplina y amonestación del Señor. Esto implica educarlos con amor, autoridad y sabiduría, guiándolos con los principios cristianos para que puedan crecer en el conocimiento de Dios.
- El
lenguaje tóxico: Criticar al esposo frente a los hijos, desvalorizar a
la suegra o cuñados, o sembrar cizaña con comentarios negativos. Esto no
solo daña las relaciones, sino que también enseña a los hijos un modelo de
comunicación irrespetuoso.
- La
Biblia dice: "Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino
la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los
oyentes." (Efesios 4:29)
- Etiquetar
a los hijos y decir profecías de fracaso: "Eres un
desordenado," "Siempre lo haces mal," "Nunca vas a
aprender." Estas palabras se graban en la mente de nuestros hijos,
convirtiéndose en profecías autocumplidas que limitan su potencial.
- "Hay
quienes hablan impetuosamente como golpes de espada; mas la lengua de los
sabios es medicina." (Proverbios 12:18)
2. Debemos Cultivar Palabras que
Edifican y Potencian
¿Cómo sería si cada palabra que sale de tu boca fuera una semilla de amor, confianza y propósito para tu familia? El poder de nuestras palabras es inmenso. Podemos elegir usarlas para edificar, potenciar y guiar con amor. Este es el lenguaje del Reino que transforma vidas.
- Exaltar las características positivas: "Me encanta tu creatividad para resolver problemas," "Admiro tu perseverancia cuando algo se te dificulta," "Eres muy amable con tus hermanos." Reconocer y verbalizar sus fortalezas los ayuda a construir una identidad positiva. "Finalmente, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad." (Filipenses 4:8) - Este principio se extiende a cómo hablamos de los demás.
- Potenciar y felicitar: "Sé que puedes lograrlo, confío en ti," "Me siento orgullosa de tu esfuerzo," "¡Felicidades por tu logro, es resultado de tu dedicación!" Animar y celebrar sus éxitos, grandes o pequeños, les da la confianza para seguir adelante. "Por tanto, animaos unos a otros, y edificaos unos a otros, así como lo hacéis." (1 Tesalonicenses 5:11)
- Corregir con amor y de manera constructiva: "Entiendo que estás frustrado, pero en lugar de gritar, ¿qué te parece si probamos esta otra forma de expresar tu enojo?" o "Noto que esto te cuesta, ¿cómo podemos aprender juntos?" Se trata de enfocar el problema, no la persona, y ofrecer soluciones. "El que ama la instrucción, ama la sabiduría; mas el que aborrece la reprensión es ignorante." (Proverbios 12:1)
Nuestro lenguaje debe ser un reflejo del
amor incondicional de Dios. Cuando hablamos palabras de aliento, validación y
corrección amorosa, estamos modelando a Cristo para nuestra familia. Estamos
invirtiendo en su autoestima y en su relación con Dios. Un hogar lleno de
palabras positivas es un faro de esperanza y seguridad.
3. ¿Qué hacer Cuando Hemos Fallado:
Es inevitable que, como seres humanos imperfectos, en algún
momento hayamos fallado en nuestro lenguaje. La clave no es la perfección, sino
el arrepentimiento genuino y la acción transformadora. Dios nos
da la gracia para corregir el rumbo.
- Reconocer y arrepentirse: El primer paso es la humildad de reconocer nuestros errores ante Dios y ante aquellos a quienes hemos herido. Esto no es debilidad, es valentía. "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad." (1 Juan 1:9)
- Pedir
perdón explícitamente: A veces, un simple "lo siento" no es
suficiente. Es importante reconocer el daño causado y pedir perdón de
manera específica.
- Escribir
cartas a cada hijo y esposo: Esta es una acción poderosa y tangible.
Una carta permite expresar de forma pensada y profunda el arrepentimiento,
el reconocimiento del daño causado y el compromiso de cambiar.
- Ejemplo
de contenido para la carta:
- Reconocer
específicamente cómo tu lenguaje pudo haberlos herido (ej: "Me di
cuenta de que te he comparado con frecuencia con otros, y sé que eso
pudo hacerte sentir menos valioso").
- Expresar
tu dolor por el daño causado.
- Pedir
perdón sincero.
- Afirmar
tu amor y valor por ellos.
- Comprometerte
a cambiar y pedir su ayuda y paciencia en este proceso ("Estoy
trabajando en cambiar mi forma de hablar y te pido que me ayudes
recordándome cuando me equivoque").
- Reafirmar tu fe y tu deseo de que Dios transforme tu boca para edificación. "Por tanto, si tu hermano tiene algo contra ti, déjale allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces vuelve y presenta tu ofrenda." (Mateo 5:23-24)
- Buscar la ayuda divina y la de tu familia: Este es un proceso que requiere la ayuda del Espíritu Santo y la colaboración de tu familia. No tengas miedo de pedirles que te ayuden a identificar cuando caes en viejos patrones. "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece." (Filipenses 4:13)
Este acto de humildad y reconciliación no solo sanará heridas, sino que también modelará para tus hijos el verdadero significado del arrepentimiento, el perdón y la gracia. Transformará tu hogar en un espacio donde la gracia fluye libremente y donde el amor, expresado a través de un lenguaje edificante, es la norma.
Fuente: Chatgpt Editada por Erika
No hay comentarios.:
Publicar un comentario